Reseña de 'Te mataré mientras vivas' en La Galla Ciencia

http://www.lagallaciencia.com/2018/01/te-matare-mientras-vivas-de-raul.html

La revista La Galla Ciencia publica en su web una reseña, firmada por el poeta José Antonio Conde, de Te mataré mientras vivas (Coronación supersónica), el nuevo poemario de Raúl Herrero que editamos recientemente en Pregunta. Podéis leerla en este enlace y a continuación:



TE MATARÉ MIENTRAS VIVAS de RAÚL HERRERO 
(por José Antonio Conde) 

EPIFANÍA DE ORO Y HUMUS

Te mataré mientras vivas y otros poemas 

Coronación supersónica
Raúl Herrero
Pregunta Ediciones, 2017


Conocí a Raúl Herrero durante un viaje supersónico, uno de mis primeros viajes que realicé al espacio, hace unos 27 años, tuve que hacer una parada técnica en la Estación Europea Internacional, y de pronto apareció él, majestuoso, inmenso, con una nave espacial resistente, muy resistente, incluso más que la Entrepise. Lo que me más me llamó la atención de Libros del Innombrable, así se llama esta nave, fue el fuselaje compuesto de nombres y metales tan prestigiosos como Fernando Arrabal, Antonio Fernández Molina, Mariano Esquillor, Francisco Nieva, Juan Eduardo Cirlot, Silverio Lanza, Olof Palme, y en la cabina de mando, R.H., siempre a punto con la escritura y el dibujo.
Me acerque hasta él, y mi sorpresa fue mayúscula al comprobar como dibujaba raíces, sillas, escaleras y mandarinas, y también semáforos poéticos. Eso fue determinante para querer formar parte de esta nave.
Alguien me dijo que tenía quinientos años, esto explicaría la extensa labor que ha llevado a cabo durante este tiempo y así lo confirma en este libro. Le ha dado tiempo, en estos quinientos años de estudiar en la Universidad de Jerusalén, de ingresar en el Colegio de Patafísica de París como auditor real en el año 2003, de escribir más de doce libros de poesía; entre ellos Officium Defunctorum publicado en Madrid en el 2005 y una segunda edición en Alicante en el 2012 y traducido al francés y Los Trenes Salvajes con una primera edición en el 2009 y una segunda edición en el 2011. Como autor teatral a publicado El Hombre Elefante, que fue declarada de interés en la lucha contra el racismo, la xenofobia y la discriminación y fue estrenada el ocho de mayo de 2010 en el teatro IFT de Buenos Aires. También ha escrito El Indómito Caso de Gregoria, La Matanza de los Inocentes, El Despachito y Cervantes de Perfil. Así mismo ha escrito el ensayo titulado El Éxtasis publicado en el 2002. Ha cultivado también la narrativa con un libro de relatos titulado Así se Cuece a un Hombre.
Ha sido secretario de redacción de la revista Almunia y fundador de la revista El Pelo de la Rana.
Ha colaborado en diferentes proyectos literarios individuales y colectivos. Y como artista plástico ha participado en diferentes exposiciones individuales y colectivas en ciudades como, Zaragoza, Barcelona, Milán y París.
También ha tenido tiempo durante estos quinientos años de conocer a una mujer extraordinaria, Esther, de tener un hijo, Hermes, que lleva un camino supersónico como su padre.
Cuando Raúl Herrero me hizo llegar Te mataré mientras vivas y otros poemas y después de sucesivas lecturas, pensé que esto no era un libro, que era un cofre, un cofre donde se amontonan riquezas cósmicas, y que yo no podía apropiarme de semejante tesoro. Entonces, ante el temor de perder tanta riqueza, sucedió lo inevitable, “el saqueo”, qué secreto tan dulce, abrir un alma y hacer un inventario, un pequeño recuento de símbolos, de reflejos, de análisis y de abrazar de una manera personalísima parte de la obra de Raúl Herrero.
La poesía —lo dejo escrito Vicente Huidobro— es el lenguaje de la creación. Por eso solo los que llevan el recuerdo de aquel tiempo, solo los que no han olvidado el llanto universal ni los acentos del mundo en su formación, son poetas. Las células del poeta están amasadas en el primer dolor y guardan el ritmo del primer espasmo. El poeta representa el drama angustioso que se realiza entre el mundo y el cerebro humano, entre el mundo y su representación.
Es imposible recibir la ganancia psíquica de la poesía sin hacer cooperar las dos funciones del psiquismo humano: función de lo real y función de lo irreal.
R. Herrero es sensible al poder de los distintos refugios que aparecen en el libro y las diversas figuras hacen sencillo el concepto. Presenta por otra parte un discurso elaborado fuera de las modas y corrientes literarias al uso, un catálogo de aptitudes estilísticas que permiten ir más allá del significante. Y ese marco verbal que instaura una manera de ser en el poema está sujeto a pautas de conocimiento que incorporan sentido y unidad a los materiales lingüísticos.
Estos versos sugieren una lectura y una mirada múltiple, una lectura desde dentro, el único lugar posible donde se sitúa el espacio creativo. La poesía de R. Herrero crea sorpresa, fascinación y hace posible aquello que no existe. También hay una yuxtaposición de elementos que refuerzan las equivalencias, que producen en el lector sorpresa y con los que relaciona aspectos que constituyen un hallazgo más allá de la razón o la verdad.
El desarrollo poético transmite consistencia y nos lleva a una escritura donde la de-construcción es un mecanismo para significar otra realidad, una realidad en la que se plantea un itinerario sensorial que surge de sumar situaciones y conceptos creados desde la palabra.
He visto en este libro disposiciones sintácticas que son caminos visuales hacia una imaginación poderosa, que sugieren una serie de asociaciones que obligan a interpretar los textos desde una perspectiva diferente.
Algunos fragmentos son reversibles y de una belleza activa que resuena en el inconsciente. A veces R. Herrero sueña imágenes, sueña materias. Y la imaginación no es, como diría Bachelard, la facultad de formar imágenes de la realidad, es la facultad de formar imágenes que sobrepasan la realidad.
Cuando encontramos la raíz sustancial de la cualidad poética, cuando encontramos verdaderamente la materia del adjetivo, la materia sobre la que trabaja la imaginación material, todas las metáforas bien arraigadas se desarrollan por sí solas.
Cuando un poema encuentra un acento dramático ambivalente sentimos que es el eco multiplicado de un instante valorado en el que el bien y el mal de todo un universo se anudara en el corazón del poeta.
R. Herrero fija el ser y trasciende todas las situaciones en el ser de otra expresión, y así puede alcanzar de inmediato una verdad; entonces nos revela en el poema la verdad del pensamiento íntimo:

El crepúsculo caía sobre sus ojos
como una capa de nieve.
Una vasija insignificante
posada en el límite del aire,
desprende una luz
de color indefinido
que separa
el resplandor de la sombra.
El objeto sin cuerpo.


Este poema no ha nacido para asombrar, ha nacido para adoptar una actitud de soledad, de ser un instante solo de una determinación psicológica.
El poeta nos hace vivir un drama en las imágenes y no cambia de lugar, cambia de naturaleza. Raúl Herrero sabe pasar de la metáfora a la metamorfosis.
En el mundo que imagina R. Herrero, en ese mundo evocado, hay un esfuerzo por devolver la acción a los tejidos, a los objetos, a las plantas y a toda una escenografía que nos traslada a otra mirada, una mirada del exceso y del engrandecimiento. Y representa un cuerpo de expresiones para comunicar a los demás nuestras propias imágenes. Por eso hay que rebasar la lógica para vivir lo grande que existe en lo pequeño.
Los propios verbos se endurecen como si fueran sustantivos. Solo las imágenes pueden volver a poner en movimiento los verbos. La base técnica es la imaginación, que crea su propia lógica, la plasticidad rigurosa, orgánica, libertad concebida para el placer y la ironía. Divertimento que anuncia, “como escribió Carlos Edmundo de Ory”, los carnavales del lenguaje.
Aquí, las imágenes literarias correctamente dinamizadas determinan en el espíritu una especie de higiene física de la lectura, una gimnástica imaginaria, muy recomendable por otra parte.
Si queremos comprender este libro, lleno de imaginación, esta es concebida como una facultad natural y hay que concederle un papel prolijo a este animismo que vivifica todo, que proyecta todo, que mezcla a propósito de todo el deseo y la visión, los impulsos íntimos y las fuerzas naturales.



                                                                                                          José Antonio Conde