Manuel M. Forega recopila en su página web una selección de comentarios y reseñas breves sobre su último libro, Litiasis (Pregunta, 2014). Se pueden leer en este enlace y a continuación:
Me gusta mucho ese tipo de prosa, Manuel, pero mira que la causa… Tiene lo suyo, eso es aprovecharlo todo. Te felicito de verdad. También la edición me encanta. Cada vez soy mas partidaria de los libros poco o nada ostentosos pero de agradable lectura. La verdad, Manuel, es sin duda coincidencia, pero he encontrado cosas parecidas a las que buscaba en Variables ocultas… esta expansión de la palabra al texto que de pronto se impone casi sin que uno tenga la conciencia, pero sí el impulso. Me he alegrado mucho. ¡Fantástico y sigue!
(Clara Janés)
Lo mineral se transforma sensitivo para ser símbolo y signo, lenguaje desde el principio, “azul y sonoro”, y que a partir de un espacio corporal, el pensamiento recorre un dolor germinativo hasta alcanzar la abolición en torno a la causalidad y su búsqueda. Manuel M. Forega, elabora un poema exquisito, capaz de producir sentidos en su lectura, de tal manera que la imagen y su aprehensión efectiva es infinita.
Litiasis es una invitación a la materialidad lingüística, y convoca en la conciencia un lugar nuevo que transmite una perceptiva razonada de la palabra, que lleva a la multiplicidad generadora de interpretaciones y estímulos, que provienen de una exigencia brillante cuyo reverso es el conocimiento.
Este cálculo escapa, trasciende, añade y significa, y como escribió Benedetto Croce, abre el camino a la verdadera individualidad de la expresión.
Una joya que no debe ser alterada.
(José Antonio Conde)
Litiasis se nutre de un simbolismo consciente ordenado, como el color y la materia primigenia de la piedra. Pulsión interna que contiene una crítica velada al puro realismo. Las imágenes del libro parten de una visión interior, basada en la emoción, más que en la realidad del proceso doloroso, como se aprecia en la reflexión ensayística que cierra el libro. La antítesis o el guiño entre las espadas y el corazón son un alegato a la reflexión poética. La estructura circular de la obra tiene un final abierto, una epopeya vital (el autor dice “…vertido por fin en la crátera de besos para beber hasta apurarla”), cuyo análisis primordial radica en la búsqueda del nomen. Según el autor, nuestras emociones están más allá del lenguaje, y esto provoca y desencadena una angustia vital. La poesía trata de dar solución a los interrogantes.
Los elementos naturales se combinan (textos aire, nubes, etéreo) se mezclan con el espacio-tiempo (textos de noche, nocturno, de luz) y se oponen (texto de contrarios). Al igual que el ritmo de un diapasón, los latidos de un corazón primero de piedra, y luego de Amor prendido, marcan un compás interno de símbolos inequívocos de un análisis lingüístico. El lenguaje como metáfora, como búsqueda de luz material y simbólica de la poesía, y por lo tanto, de la vida.
Cada texto presenta una sucesión de referencias escritas en una agonía polisémica, que se trasforma en una grato paseo por los sentidos.
Azul y sonoro, color del canto, es también siena, rojo, y rosa puro. De noche es azul cobalto, luna-hoja, los planetas del caos. De contrarios implícitos (luz y sombra), fulgor y llama corporal. La barca de Caronte es la nave de la memoria. De aire que desdibuja el nombre de los nombres, espejo onírico, inmanente contingencia. De nubes transparentes que se deshacen en lo efímero. Etéreo en el denso espacio infinito. Nocturno jardín de Prusia azul en el que una mano dibuja a ciegas dos cuerpos (Hermes y Afrodita). Material de piedra, plano de un verbo hecho carne, alquimia hecha ceniza, duermevela. De símbolos escritos en el éter, semilla de la transparencia. De luz visible en las trampas del verbo, sensualidad gramatical, anhelo, deseo. Amor prendido, néctar divino (“omnia vincit amor”). Nombres: espacio, tiempo, materia, fuego. El autor recoge “toda denominación es una tentativa de alcanzar el lenguaje”.
“La palabra es nuestra imagen en el espejo, el lenguaje ordena la vida, no habla, escucha y espera”.
Lo mineral se transforma sensitivo para ser símbolo y signo, lenguaje desde el principio, “azul y sonoro”, y que a partir de un espacio corporal, el pensamiento recorre un dolor germinativo hasta alcanzar la abolición en torno a la causalidad y su búsqueda. Manuel M. Forega, elabora un poema exquisito, capaz de producir sentidos en su lectura, de tal manera que la imagen y su aprehensión efectiva es infinita.
Litiasis es una invitación a la materialidad lingüística, y convoca en la conciencia un lugar nuevo que transmite una perceptiva razonada de la palabra, que lleva a la multiplicidad generadora de interpretaciones y estímulos, que provienen de una exigencia brillante cuyo reverso es el conocimiento.
Este cálculo escapa, trasciende, añade y significa, y como escribió Benedetto Croce, abre el camino a la verdadera individualidad de la expresión.
Una joya que no debe ser alterada.
(José Antonio Conde)
Litiasis se nutre de un simbolismo consciente ordenado, como el color y la materia primigenia de la piedra. Pulsión interna que contiene una crítica velada al puro realismo. Las imágenes del libro parten de una visión interior, basada en la emoción, más que en la realidad del proceso doloroso, como se aprecia en la reflexión ensayística que cierra el libro. La antítesis o el guiño entre las espadas y el corazón son un alegato a la reflexión poética. La estructura circular de la obra tiene un final abierto, una epopeya vital (el autor dice “…vertido por fin en la crátera de besos para beber hasta apurarla”), cuyo análisis primordial radica en la búsqueda del nomen. Según el autor, nuestras emociones están más allá del lenguaje, y esto provoca y desencadena una angustia vital. La poesía trata de dar solución a los interrogantes.
Los elementos naturales se combinan (textos aire, nubes, etéreo) se mezclan con el espacio-tiempo (textos de noche, nocturno, de luz) y se oponen (texto de contrarios). Al igual que el ritmo de un diapasón, los latidos de un corazón primero de piedra, y luego de Amor prendido, marcan un compás interno de símbolos inequívocos de un análisis lingüístico. El lenguaje como metáfora, como búsqueda de luz material y simbólica de la poesía, y por lo tanto, de la vida.
Cada texto presenta una sucesión de referencias escritas en una agonía polisémica, que se trasforma en una grato paseo por los sentidos.
Azul y sonoro, color del canto, es también siena, rojo, y rosa puro. De noche es azul cobalto, luna-hoja, los planetas del caos. De contrarios implícitos (luz y sombra), fulgor y llama corporal. La barca de Caronte es la nave de la memoria. De aire que desdibuja el nombre de los nombres, espejo onírico, inmanente contingencia. De nubes transparentes que se deshacen en lo efímero. Etéreo en el denso espacio infinito. Nocturno jardín de Prusia azul en el que una mano dibuja a ciegas dos cuerpos (Hermes y Afrodita). Material de piedra, plano de un verbo hecho carne, alquimia hecha ceniza, duermevela. De símbolos escritos en el éter, semilla de la transparencia. De luz visible en las trampas del verbo, sensualidad gramatical, anhelo, deseo. Amor prendido, néctar divino (“omnia vincit amor”). Nombres: espacio, tiempo, materia, fuego. El autor recoge “toda denominación es una tentativa de alcanzar el lenguaje”.
“La palabra es nuestra imagen en el espejo, el lenguaje ordena la vida, no habla, escucha y espera”.
(Laura Lahoz)
¡Ah, Praxíteles, bendita la piedra que te hizo esculpir esto!
(Alejandro Céspedes)
Litiasis es un libro de versificación, en prosa, breve, de intensiones simbólicas fascinantes. Recuerda el simbolismo de Paul Valéry. Parte de una escritura que parece surrealista, mas es consciente y sabia en los hallazgos de símbolos. Los títulos, encabezados por AZUL, DE NOCHE, etc, etc, son todos magníficos.
Los títulos NOMBRES y TAL MAYESTÁTICO HOMENAJE, me han producido la impresión de que se lanzan en la noche como cohetes y han explosionado como fuegos artificiales esplendentes. Enhorabuena.
Litiasis es un libro de versificación, en prosa, breve, de intensiones simbólicas fascinantes. Recuerda el simbolismo de Paul Valéry. Parte de una escritura que parece surrealista, mas es consciente y sabia en los hallazgos de símbolos. Los títulos, encabezados por AZUL, DE NOCHE, etc, etc, son todos magníficos.
Los títulos NOMBRES y TAL MAYESTÁTICO HOMENAJE, me han producido la impresión de que se lanzan en la noche como cohetes y han explosionado como fuegos artificiales esplendentes. Enhorabuena.
(Rosendo Tello)
Tu poema Litiasis prueba, una vez más, lo que es capaz de hacer la inteligencia poética con la experiencia; no otra cosa que trascenderla para escuchar lo que acaso la palabra tiene que nombrar: un más allá del dolor, del dolor del ser, y del ser del lenguaje.
(Mariano Castro)
Litiasis ha sido consecuencia de un intenso dolor físico. El resultado es un libro de escritura automática e impronta surreal que en su conjunto se articula como una ambiciosa propuesta poética.
(Xulio L. Valcárcel)