El escritor y periodista Antón Castro entrevistó hace unos días a la artista visual Helena Santolaya, con motivo de la publicación de su nuevo álbum ilustrado La península de Cilemaga (Pregunta). La entrevista se publicó en el diario Heraldo de Aragón el viernes 25 de marzo (clic en la imagen para ampliar), y también se puede leer en este enlace.
Crónica de la presentación de 'La península de Cilemaga' en Zaragoza
Alicia Lázuli publica en el blog de La caja de los hilos una crónica de la presentación en Zaragoza de La península de Cilemaga, el nuevo álbum ilustrado de Helena Santolaya. Podéis leer la crónica en este enlace.
Vídeo de la presentación de 'La península de Cilemaga' en Zaragoza
Vídeo de la presentación en Zaragoza de La península de Cilemaga, un álbum escrito e ilustrado por Helena Santolaya, el pasado sábado en el Museo del Teatro de Caesaraugusta. Intervinieron, además de la autora, la poeta y profesora Sandra Santana y el catedrático y crítico Túa Blesa.
Reseña de 'Los soñadores' en el Diario del AltoAragón
La periodista Myriam Martínez publica en el Diario del AltoAragón esta reseña de Los soñadores, el nuevo libro de relatos de Roberto Malo, tras su presentación en la librería Más de libros de Huesca (clic en la imagen para ampliar y leer):
Reseña de 'La brújula del universo' en el blog de Bárbara Fernández
La escritora Bárbara Fernández Esteban reseña en su blog La brújula del universo, la novela de Mario de los Santos que reeditamos recientemente. Podéis leerla en este enlace y a continuación:
La Brújula del Universo
Novela de Mario de los Santos
Pregunta Ediciones. 2ª Edición. Diciembre 2015.
Notas a propósito de la lectura.
En Zaragoza, La Brújula del Universo
puso rumbo aparente al punto Omega en 2058, al recobrar el que había
perdido su demencial aguja durante el sitio de la augusta ciudad, a
causa de un jota francesa inacaba que ponía música y letra al amor de
una maña y un oficial francés del ejercito ocupante de Napoleón, ocupado
en demoler piedra a piedra la ciudad sitiada, para no dejar palacio,
iglesia, convento, mercado, calleja, taberna o lupanar en pie, donde
pudieran resistir con furia sus habitantes a los petulantes gabachos.
Al comenzar a leer La Brújula del Universo,
novela ganadora del II Premio de Novela Fundación Dosmilnueve, pensé
que el autor me conducía por la vía del surrealismo a un plano mágico en
el que detenía el tiempo y escarbaba el espacio para componer un
pastiche fascinante del heroico sitio, con el abracadabra de una jota
peculiarísima, enmudecida de repente, hasta 2058, en los fondos
olvidados de un olvidado baúl catedralicio.
Me encontré que la novela proponía un
corte transversal, oblicuo, como si de una proyección tridimensional se
tratara de la gente sin carne y hueso, en los días previos al diez de
febrero de 1808, agarrada desesperadamente a la inconsciencia resistente
en los lugares emblemáticos de aquella Zaragoza. Lugares envueltos en
un aire sombrío, a veces pérfidos y otras inmortales, como si hubieran
decidido recuperar el tiempo de antaño en el espacio cotidiano de
mediados del siglo XXI, y todo volviera a palpitar de nuevo después de
un cuajado reposo de aquellos personajes fabulosos, objetos de un
hechizo por el que permanecen en el mismo espacio, a caballo de dos
mundos superpuestos que pueden colisionar en virtud de una velocidad
constante y su ángulo disminuyendo.
La implicación en la observación de la
Zaragoza renacida de sus cenizas de mitad del XXI por parte de esos
personajes hechizados es algo que el autor no se ha atrevido a explorar
en su adelanto al Ministerio del Tiempo, más que desde la visión
socarrona e irónica, a veces tierna, del cronista de la historia. Parece
que de momento solo cabe mirar hacia atrás. Tampoco hubiera estado mal
un Palafox espectador con las manos en la cabeza en un pleno del Consejo
del Gobierno de Aragón, miembro de pleno derecho de la UE, para decidir
ante el Parlamento Europeo sobre la directiva del Agua. Pero, eso
hubiera resultado una historia muy distinta, y no era el caso, salvo que
en aquellos fondos dormidos del baúl, hubiera aparecido otra jota,
alemana por ejemplo, que hubiera activado un sistema de energías, o un
módulo de vínculos que se da en toda ciudad, capaz de activar una
impremeditada influencia en la sucesión de sus acontecimientos.
El envite del autor era muy atractivo
porque sé de su melomanía. Lo de la ciencia ficción me despistó un poco
también por saber que De los Santos es un escritor
serio y documentado, sin perjuicio, por supuesto en ningún caso, de la
sorna que la naturaleza le presta, tan común a muchos escritores
aragoneses, lo que me abrió los ojos a base de carcajadas. “Tirad
bombicas, tirad, que de castañuelas nos sirven”. “Una excusa para los
errores y un aplauso para los aciertos, pues, al cabo, eso es la jota”. Y
si es en francés, es el acabose.
Pero La Brújula del universo,
evitada la hecatombe apocalíptica en el punto omega, y recuperado el
rumbo magnético de la Historia, va más allá de las imágenes y los
iconos, pues la jota, aun siendo el pretexto, mejor que el inventado
código vinciniano, es éxtasis, complot de muerte y vida que media entre
el sentimiento y la inteligencia, como en toda buena música, sin saber
si llega a romper la eterna dicotomía, el viejo sofisma existente entre
cultura y esencia. Me inclino por la creencia de que es más naturaleza,
orillando el riesgo que supone una afirmación demasiado contundente.
Por supuesto, no caí, durante la
lectura, en la tentación de escuchar como banda sonora otra jota que no
fuera la francesa, ni siquiera la obertura de la sinfonía 1812 de
Tchaikovski como respuesta, ni cualquier versión de los sitios de
Zaragoza, por el menosprecio que hubiera supuesto al finísimo humor de Mario de los Santos,
sino una colección de foxtrot que es lo menos parecido a un jota o a la
Marsellesa, que no impidiera su brillo por sí sola, y que, además,
funciona bien con las risas.
Como aragonesa, tengo para mí que la lectura de La Brújula del Universo
ha sido una gozada que recomiendo a todos, aunque comprenderé las
carencias de algunos para la mayor fruición, si no conocen mi Zaragoza,
en la que he escuchado bien, los tiros, los ayes, las bombas, los
juramentos y las jotas.
© Bárbara Fernández Esteban. Marzo 2016.
Un relato de 'Los soñadores' en la revista Prótesis
Podéis leer 'Sueños de baloncesto', el relato de Roberto Malo que
cierra su nuevo libro Los soñadores, en este enlace a la web de la revista
Prótesis.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)