Heraldo de Aragón publicó, en su contraportada del viernes 26 de julio, una entrevista de Antón Castro a David Francisco, editor de Pregunta y traductor de El hombre elefante, el relato del doctor Frederick Treves sobre su encuentro con Joseph Merrick en el Londres de finales del siglo XIX. Podéis leera en este enlace y a continuación:
Literatura
David Francisco: "Alguna vez todos nos hemos sentido diferentes y marginados"
Nacido en Madrid en 1987 y afincado en Zaragoza desde hace años, traduce en Pregunta el libro ‘El Hombre Elefante’ del doctor Frederick Treves.
ACTUALIZADA 26/7/2019 A LAS 02:00
ANTÓN CASTRO
¿Qué le llamó la atención de las memorias del escritor y médico Frederick Treves (1853-1923)?
Treves
escribió un gran número de libros de medicina, así como ensayos y
diarios de viaje. Sus memorias, publicadas meses antes de su muerte,
sobresalen por una pulsión más literaria, lírica incluso, y tienen el
aliciente de ser el testimonio directo de la persona que trató más de
cerca al Hombre Elefante.
¿Qué halló en sus textos?
Me
di cuenta de que Treves, en su relato, dio por supuestas muchas cosas
de los orígenes de Merrick que, en realidad, ocurrieron de manera
diferente. Por eso nuestra edición se complementa con otros textos,
cartas, citas y documentos que ofrecen una visión más completa.
¿Por qué se fijó David Francisco en Joseph Carey Merrick?
La
suya es una historia de rechazo y compasión, de cómo alguien supera las
diferencias que le separan de los demás y encuentra su lugar en el
mundo. Me llevó a reflexionar sobre empatía, igualdad, dignidad,
aceptación social, temas muy actuales.
Es curioso el eco que Merrick ha tenido en Aragón. ¿Cree que hay alguna razón particular?
Teatro
del Alba representó (en Zaragoza y por primera vez en España) la obra
de Bernard Pomerance que rescató del olvido al Hombre Elefante. A raíz
de su estreno original, en Londres en 1977, se volvieron a editar libros
sobre el caso, se rodó la película de David Lynch en 1980... Raúl
Herrero, en cambio, escribe otra historia, muy peculiar, ambientada en
el mismo circo donde se encuentra el Hombre Elefante. Su obra se llegó a
estrenar en Buenos Aires. Y Alfonso Pablo también dirigió otra versión,
en 2012, en el Teatro del Mercado. Supongo que, en ocasiones, aspectos
sociales o culturales hacen que confluyan determinadas sensibilidades y
se renueve el interés.
¿Le ha encontrado alguna semejanza con Fermín Arrudi, ‘El Gigante de Sallent’?
Fue
otro ejemplo de los fenómenos de feria tan habituales en la época, pero
sin duda Arrudi tuvo mucha más fortuna que Merrick: consiguió viajar
por todo el mundo, exhibiéndose y sacando buen partido a su físico, sin
sufrir rechazos ni malos tratos. Aunque los dos tuvieron un final feliz.
Vayamos con el personaje. Nació sano en una familia normal, pero pronto se torció todo.
Efectivamente
nació sin problemas, pero pronto (a los meses o a los pocos años, según
las fuentes) surgieron los primeros síntomas de su deformidad, que
siguió desarrollándose el resto de su vida. Se sabe que pasó su infancia
en un hogar cálido y familiar y que, a pesar de su aspecto, fue querido
y aceptado.
Huérfano de madre, fue hostigado por su madrastra...
Las
desgracias llegaron cuando, a los diez años, murió su madre y su padre
se casó con otra mujer. Le obligaban a buscar trabajos y le recriminaban
que no los conservara, por su físico. Expulsado de casa, ingresó en un
hospicio hasta que, al final, vio una salida en el mundo del
espectáculo. Pero todo el rechazo y los malos tratos le habían
convertido en un ser retraído, al que le costaba hablar y que no se
relacionaba de tú a tú con los demás.
Y ahí aparece el doctor Frederick Treves. ¿Cómo le marcó la vida?
Treves,
al conocerlo, pensó que era deficiente mental. Fue la primera persona
en mucho tiempo que lo trató con respeto y dignidad. Luchó por mejorar
sus condiciones y consiguió que se quedara a vivir en el London
Hospital, en una habitación privada y con baño. También fomentó sus
aficiones (lectura, manualidades) y le puso en contacto con la alta
sociedad de la época. Creo que llegó a ser una relación muy cercana a la
verdadera amistad. Treves fue apoyo y confidente, generoso y solidario.
¿Cuál es la lección de Merrick? Murió a los 27 años en 1890...
Todos
nos hemos sentido, en alguna ocasión y por los motivos que sean,
diferentes, aislados, marginados... En momentos así, estas historias de
dignidad o superación supongo que nos dan fuerzas para avanzar y nos
hacen sentir menos solos.