Francisco Javier Solé reseña en su blog Cuentos detrás de la puerta (Pregunta, 2013), el primer libro de relatos de la poeta Begoña Abad. La reseña se puede leer AQUÍ.
Cuentos detrás de la puerta (Begoña Abad, 2013)
Las normas deben tener presente las excepciones. Hay siempre una razón poderosa para incumplir las reglas, especialmente si es uno mismo quien se las ha dictado. Eso ocurre hoy al recomendar en el Poemario del mes un libro de relatos cortos. Hay conexiones subterráneas entre los relatos breves y la poesía. Y si la autora de los relatos es Begoña Abad, poeta de reconocida trayectoria a quien en esta casa se le quiere hasta el límite insano de la veneración, pues ya tenéis la cortada que algunos necesitan para que en un espacio dedicado a mis lecturas preferidas aparezca este libro publicado por Pregunta Ediciones que leí -devoré- durante la primavera pasada.
La humanidad y sensibilidad -junto con el compromiso social- de la poesía de Begoña Abad están presentes en estos deliciosos relatos breves. Es cierto que yo prefiero los cortos -algunos de los más breves son precisas joyas literarias- y que alguno de los más largos -sólo uno o dos- no me han gustado demasiado. En mi humilde opinión Begoña se maneja infinitamente mejor en los relatos breves y cuando la estructura del relato se alarga hasta las tres páginas no brilla en su esplendor la generosidad narrativa de esta mujer sencilla que se mantiene sabiamente alejada de la autocomplacencia y pedantería que atenaza a muchos escritores, singularmente a algunos poetas cuya lista es larga y que no difundiré aquí.
En definitiva, un libro hermoso, escrito con el amor infinito que profesa Begoña no al género humano en su más etérea acepción sino a seres singulares concretados (la prostituta en “Gestos mecánicos I”, el hombre solitario en “Gestos mecánicos II”, el vagabundo en “El cajero”, las hermanas en “Marta y María”, la mujer víctima de la violencia de género en “Casa de acogida”, la madre en “Taller de poesía” o “Escenas de playa III”, los amigas falsas en “Actrices” o los amantes falsos en “Depredadores” o la mujer libre en “El ojo” o en “Problemas de aparcamiento”).
En la fotografía he optado por presentaros el libro del revés pues hace tiempo leí de la existencia de un hechizo de una tribu precolombina (¿o era africana?) que asegura que los libros que son sacudidos con vehemencia puestos del revés pierden las palabras inútiles que contienen. Al de Begoña os aseguro que no le hace falta pasar por dicho trance pero yo lo hice por si había olvidado en él un billete de veinte euros que recuerdo utilicé como punto de libro durante su lectura.
Los sujeto, feliz; el libro leído y el billete recuperado.