El periodista Toni Esteban publica en el diario Cierzo Digital una entrevista al escritor Mariano Pinós, sobre su novela La movida que te salvó (Pregunta, 2017). Podéis leer la entrevista en este enlace y a continuación
“Para los jóvenes de los 90 la música era parte fundamental de la identidad”
Mariano
Pinós nos transporta en "La movida que te salvó" a las calles de las
tribus urbanas y el hip-hop de la Zaragoza de los años noventa
Tres años después de tu primera novela Prometea, insertada en
el ámbito de la Ciencia Ficción, te lanzas con La movida que te salvó,
un texto claramente generacional y vinculado a las subculturas juveniles
¿Qué diferencias encuentras entre ambos procesos creativos?
Son dos mundos distintos. En uno solo cuento una historia de
aventuras que sólo sale de mi cabeza pero en el otro hay que ser más
riguroso, aunque sólo sea por respeto a lo sucedido. Y la carga
emocional no es la misma. No es lo mismo inventarte un mundo de fantasía
que abrir un baúl de recuerdos. A veces pueden salir cosas de él que no
te gustan.
¿Qué novelas y escritores te inspiraron para escribir esta novela? Y sobre todo ¿qué te motivó para dar el paso definitivo?
Supongo que, de forma inconsciente, no puedo evitar abordar una
historia así como lo haría Irvine Welsh, o al menos como creo que lo
haría. Cuando leía la trilogía de Trainspotting o Acid House me
identificaba mucho con su visión de un ambiente de clase obrera, tan
cáustica, tan poco complaciente, incluso con un punto de resentimiento.
Es decir, la visión de alguien que es de allí, no la de alguien de fuera
que nos retrata con paternalismo.
Realmente es una idea que llevaba mucho tiempo rondando mi cabeza.
Hasta ahora nadie había novelado una historia de raperos españoles,
mucho menos de la época maketera noventera. Nadie ha escrito de las guerras de estilo dentro del hip-hop, de las cacerías nocturnas de nazis, de los bakalas, en fin... Tal vez lo que me decidió a dar el paso fue ver el documental chassieurs de skins, en el que se contaban cosas parecidas. Ahí me di cuenta de que quizá era el momento de hablar de esos noventa.
Es innegable que hay un tanto por cierto de relato
autobiográfico ¿Cuánto hay de real y cuanto de ficción? Es decir, cuánto
hay “totalmente intencionado” como se nos avisa al inicio parafraseando
la introducción del film “Z”.
Claro, lo de “totalmente intencionado” es un homenaje a “Z”. Me
impactó ese descaro, esa furia, al comienzo de la película, cuando la vi
por primera vez. Yo también quería arrancar con esa furia. Realmente es
una novela y los personajes son inventados, aunque como siempre, uno
pilla de aquí y de allí, de esta persona real y de esta otra para crear
un personaje. También juego con términos como “estrictamente real”, que
es muy del rap, que significa que lo que se cuenta es honesto. Tal vez
no verídico, pero podría serlo. Pues la novela es igual. Hay cosas que
tal vez no sucedieron así, pero sí hubo episodios reales donde sí
ocurrieron esos hechos. Y desde luego, hay eventos reales, que sí
sucedieron, de los que los personajes participan. El ataque a la casa
Okupa, conciertos, programas de radio, el autobús de la Coliseum que se
estrella, etc. En algunos estuve y otros me los han contado tantas veces
que es como si hubiera estado. Hay gente real que hace cameos,
grafiteros, rappers, breakers...
¿Qué intención hay detrás de recopilar esos tiempos de la
Zaragoza de los 90? ¿Nostalgia, voluntad de recopilación vital o
simplemente es un espacio/tiempo al azar? Por momentos parece que
aquella ciudad era mucho más violenta y gris que la actual, pese la
“movida”.
La ciudad era mucho más violenta, o al menos había más violencia
“organizada”. Recuerdo que las peleas eran algo constante y cotidiano.
Lo más normal un viernes, un sábado o un domingo era que hubiera al
menos una pelea, posiblemente multitudinaria. Pero no sólo entre
subculturas sino entre cualquiera.
Y respecto al gris... es probable que fuera más gris, sí. Desde luego más
sucia, menos reformada. Había extensas zonas de fábricas abandonadas,
integradas en el casco urbano, descampados, riberas del Ebro
abandonadas, debajo de los puentes había paraísos de yonkis. Había zonas
oscuras por las que de noche había quien no se atrevía a pasar, como
aquel puente azul para peatones que cruzaba la Avenida de Madrid, con
escaleras mecánicas siempre estropeadas, lleno de pintadas y angosto,
perfecto para una emboscada. Es un escenario perfecto para la historia
que se contaba. Era un poco como el Nueva York de “The Warriors”, o al
menos nosotros lo veíamos así. Ese exotismo urbano había de ser contado.
No es nostalgia propiamente dicha, pues no hay añoranza, no volvería a
pasar por aquello. Lo que sí hay es un reconocimiento. En estos tiempos
puede que Zaragoza sea más segura, esté reformada, iluminada, incluso
sea más civilizada, con sus carriles bici y su tranvía, todo muy
nórdico. Pero ha perdido “la mirada del tigre”, que le decía Apolo Creed
a Rocky. Ya no hay masas de chavales viviendo subculturas ajenas a las
radio fórmulas y las tendencias culturales oficiales. Ya no existen
aquellas zonas de bares gigantes y masificadas; ya no hay miles de
grupos de música naciendo cada semana, tocando por los bares… ahora la
ciudad ha envejecido, se ha domesticado. Hay veces que solo falta
escuchar el sonido de las campanas de las iglesias para que parezca un
pueblo.
La novela está repleta de música, de referencias a títulos y grupos, tiene un gran peso en la historia.
Es que la música era parte fundamental de la identidad, no sólo de
los raperos, sino de todos los demás. En aquellos años la juventud
llevaba sus grupos y sus artistas como banderas que la definían, que
iban unidas a una filosofía, un modo de ver la vida o unas ideas. Las
carpetas de los estudiantes estaban forradas de fotos y de portadas, las
camisetas, las pintas… cualquiera que fuera grunge entonces y escuche ahora a Pearl Jam, Nirvana u Oasis (que era brit-pop,
pero el público era el mismo) sentirá no sólo la nostalgia esperable,
sino una reafirmación de la identidad. Esta relación entre personalidad y
música es inseparable del nacimiento de las “tribus urbanas”, que hoy
no existen. No existen ni las tribus ni aquella importancia que los
adolescentes de los 90 le confirieron a la música. Quizá fue el momento
culminante de las subculturas, que nacieron en los sesenta o setenta y
desaparecieron con el nuevo siglo.
Es muy curiosa la evolución de la escena hip-hop Zaragozana,
con algunos quiebros que desgajan a parte de la “movida” hacia el
bakalao y deja a los raperos como “algo minoritario”, yendo a la contra.
Me gustaría que te detuvieras en este aspecto y lo describieras más a
fondo.
La verdad es que es un conflicto que yo viví y que sabía que se había
dado en otras pandillas. Pero después de sacar el libro, mucha gente me
ha dicho “tío, en mi panda pasó lo mismo”, así que fue un fenómeno
general.Puede parecer extraño que de forma general, hubiera “B-Boys” que
se fueran al bakalao, pero hay un par de explicaciones. En el origen,
lo que se consideraba “rap” no era sólo el hip-hop propiamente dicho,
también otras músicas en las que aparecía alguien rapeando, por ejemplo,
Snap, Technotronic, Twenty 4 seven, KLF…el eurobeat en general. Incluso Chimo Bayo y el Mákina Total 2
eran parte del “rap” del año 91. Después la cosa se fue clarificando
hacia lo que era hip-hop real y alejándose de toda aquella música de
baile. Pero luego vino el boom de las drogas de diseño y la fiesta (la fiés),
las discotecas, el mundo del sábado noche… mucho macarra y mucha
evasión. Para algunos rappers era una cosa natural. Sólo seguían la
tendencia de otros tíos igual que ellos, de su barrio, de su pandilla,
que oían una música que en el fondo no les era ajena… Realmente era otra
subcultura de características propias, nacida al margen de lo oficial.
Pero tenía problemas. El primero, las drogas de diseño a carretillos.
Destrozan la cabeza. Pero había más, como la infiltración facha en esa
subcultura. Se empezaron a oír conceptos como “nacional-bakala” y a
verse a los skins como algo habitual en las discotecas; las “alfas”, los
polos del cuello de la bandera rojigualda… Claro, era demasiado choque
para el que se había quedado en el hip-hop, y convivían a lo mejor en la
misma pandilla.
Hay detalles del libro que me encantan. Cómo se muestra la
cuestión de la lealtad y la amistad, lo artificial de algunas relaciones
personales, la increíble sensación de vacío de sentirse al margen de
todo, sin dinero y sin nada que hacer los fines de semana, el difícil
encaje de la persona con inquietudes frente una generación alienada por
el hedonismo fácil o las inseguridades del acercamiento al sexo opuesto.
¿Ha sido muy difícil recrear esas sensaciones? En mi caso se abrieron
cajones que creía muy cerrados en mi memoria.
Empezando por lo último, las chicas. Hay una diferencia fundamental
cuando observo el hip-hop actual y lo comparo con el de antes: la
presencia de mujeres. Antes, el porcentaje de chicas en esta subcultura,
y en otras, era anecdótico. Ahora se les ve, rapean, cantan, pintan… su
presencia se nota bastante, lo cual me parece mucho más interesante. No
sé como era para los demás, pero en mi mundo chicas y chicos por lo
general estábamos alejados, la incomprensión sobre lo que teníamos
enfrente era inmensa, así que a la hora de los acercamientos, imagínate.
Por lo demás que me preguntas sólo he tenido que recordar cómo me
sentía, por eso tal vez el personaje protagonista esté demasiado
influido por mi visión de las cosas. Posiblemente la gente no se
sintiera tan outsider, pero no tener expectativas de nada, ni
buenas ni malas, es algo que planea siempre en el barrio. Había que
tener mucha determinación para querer ir un poco más allá.
Las cuestiones socio-políticas aparecen, pero no metidas con
calzador sino porque se hacen inevitables. La reacción ante la aparición
de bandas fascistas violentas con estética copiada de los skinheads
lleva inevitablemente a la autodefensa, aunque ningún personaje se ve
especialmente ideologizado más allá de intuiciones básicas ¿Fue muy duro
el trabajo de documentación histórica? El episodio inicial de la
defensa de la casa okupada es por momentos casi documental. ¿Qué
parecidos y similitudes con la actualidad detectarías en la conciencia
social intuitiva de la juventud?
Es
que los rappers en general fueron una fuerza de choque antifascista sin
estar especialmente politizados, sólo tenían una cierta intuición
democrática y un anti-racismo muy claro. “Blancos” que oían música de
negros y que en su movimiento convivían con muchos negros, entre
africanos o americanos. Quizá no sabían qué eran, pero sabían
perfectamente lo que no eran. Siempre hubo elementos más politizados,
más identificados con el bando perdedor de la guerra civil, por sus
abuelos… pero en general sólo había una intuición democrática. En
aquellos tiempos de hegemonía socialdemócrata en Europa ese aspecto
democrático y progresista estaba mucho más presente en las sociedad.
Recuerdo un montón de canciones pop y eurobeat con letras contra el racismo, por ejemplo.
Hay documentación de la época muy valiosa al respecto: El Acratador,
publicación libertaria de la época, que daba cuenta de lo que acontecía
en la ciudad. Allí hay noticias breves de cacerías de nazis, peleas,
reyertas, detenciones, huelgas… hay una, en uno de los que conservo, que
es pura crema: narra la razzia de un centenar de antifascistas
en la zona de bares de San Miguel, haciendo huir a los nazis, para
luego ser detenidos un par de chavales de 15 años participantes en los
hechos. ¡Quince años! Así era la cosa. De la defensa de la Okupa siempre
tuve referencias de terceros, no estuve, pero hay información al
respecto en El Acratador y, para mí lo más valioso, testimonios de
amigos grafiteros que estuvieron allí, detrás de una barricada, lanzando
cascos de botellas a los fachas. Hoy probablemente no hay una
conciencia tan clara y se están normalizado según que discursos de
ultraderecha, pero espero que hoy haya quien siga plantando cara en la
calle, y más importante, en las urnas el día de las elecciones.
Esta tengo que preguntártela. Aunque a primer vista lo parezca, ¿tú no eres Ghost, no?
No, para nada, aunque esté escrito en primera persona. Es obvio que
Ghost está “contaminado” por mí y que piensa como yo en muchas cosas,
pero él se mete más hasta la cocina. Él hace el tránsito hasta lugares
muy oscuros, aunque luego desande el camino. Hay otros personajes que sí
hacen cosas que yo hice.
¿Tienes en mente ponerte a escribir alguna nueva novela?
Sí. Estoy con un par, de hecho. En cuanto encuentre tiempo las
acabaré. Me he ido otra vez al tema fantástico. Estoy saturado de
realidad.
Muchas gracias por todo, Mariano. Añade alguna cosa que consideres de interés sobre tu libro a modo de despedida.
La gente me pregunta que donde se compra el libro, como si fuera autoeditado, como un fanzine. No, no, está editado por Pregunta, es una cosa seria, está en librerías. Fuera de Zaragoza, si no se encuentra, siempre lo pueden pedir por correo o a la editorial
La gente me pregunta que donde se compra el libro, como si fuera autoeditado, como un fanzine. No, no, está editado por Pregunta, es una cosa seria, está en librerías. Fuera de Zaragoza, si no se encuentra, siempre lo pueden pedir por correo o a la editorial
Toni Esteban