El periodista José Carlos Rodríguez publica en eldiario.es un artículo sobre el payaso Marcelino, que incluye declaraciones de Víctor Casanova, autor del libro Marcelino. Muerte y vida de un payaso (Pregunta) y comisario (junto a Jesús Bosque) de la exposición retrospectiva de Huesca. Podéis leer el artículo en este enlace y a continuación:
Marcelino Orbés, el desgraciado mejor payaso del mundo
Durante seis años, desde Jaca a Nueva York, Víctor Casanova persiguió la sombra de Marcelino Orbés "Marcelino", un payaso que se codeó con estrellas como Houdini o Charles Chaplin y que murió abandonado de todos y prácticamente arruinado, cuando solo tenía 53 años.
El inesperado suicidio del payaso, que no solo no triunfó en España sino que fue un completo desconocido en su país, es el desencadenante que animó a Casanova a perseguir la huella del artista, dueño de "una vida singular" y que él homenajea en el libro "Marcelino. Vida y muerte de un payaso" (Pregunta).
El texto comienza con el interés de Casanova por descubrir más acerca de las razones de su muerte: "Su mentalidad era que si algo funcionaba no debía dejar de hacerlo. Tuvo contratos casi vitalicios en famosos circos pero cuando llegó el cine no se supo adaptar", resume en declaraciones a EFE el autor.
El payaso (Jaca, 1874- Nueva York, 1927) trabajó en circos ambulantes de Estados Unidos hasta que alcanzó el estrellato en el Hipodromme de Nueva York, en el que conoció a Houdini, Buster Keaton y Charlie Chaplin, que, con solo 10 años, llegó a ser extra en una de sus funciones y al que regañó porque no arqueaba suficientemente la espalda para amortiguar su caída.
Reconstruir la personalidad de Marcelino a través de periódicos, entrevistas y artículos de la época fue todo un desafío porque Casanova no encontró ni cartas, ni diarios ni ningún material "que contara un poco más cómo era él de verdad", explica Casanova.
Para ello necesitó "horas y horas en archivos y hemerotecas", donde recabó información sobre un personaje sobre el que se ha escrito muy poco a pesar de su importancia.
Casanova se afanó en seguir la pista del payaso, que también trabajó en Francia, Holanda y Reino Unido, entre otros países, y de retratar todos los aspectos de su vida, incluidos los más oscuros.
Al parecer, como explica Casanova en su libro, Marcelino llegó a ser acusado de malos tratos a su mujer, un hecho que casi acaba con las ganas del autor de seguir con el proyecto.
"Me planteé no continuar pero, al final, creía que sería más interesante reflejar cómo es la vida en realidad, con sus partes buenas y malas", defiende el biógrafo, que precisa que todo ocurrió hace un siglo, "cuando las cosas eran muy diferentes".
En cuanto al espectáculo de Marcelino, Casanova se cuestiona también si en la actualidad lo que hacía tendría gracia: "No lo tengo demasiado claro", confiesa.
Espectáculos con animales o ciertos números acrobáticos hoy no tendrían cabida "ni siquiera legal" aunque otros creaciones y gags seguirían siendo, dice, "de la máxima vigencia".
Para Casanova, el circo tiene algo distinto, que no tiene el cine o la televisión: "El hecho de que el payaso se exponga en la pista genera empatía, una relación mutua con el público porque se alimenta de sus risas y de los aplausos".
Para él, Marcelino fue el mayor ejemplo de la vulnerabilidad que provoca estar en la pista, donde el artista "se alimenta de las risas y los aplausos".
Era un payaso que disfrutaba enormemente con los niños y que hizo reír a su público sin decir una sola palabra, solamente silbando, una marca de la casa que imitaron en diferentes culturas e idiomas.
De haber podido hablar con él, a Casanova le hubiera gustado preguntarle acerca de las razones que le hicieron, finalmente, suicidarse y "entender mejor cómo se enfrentaba a la vida".
La vida del payaso, corta pero intensa y con un final menos triste, está reflejada en el libro como una celebración.
"Siempre me gustó mucho el mundo del circo, la magia y los payasos. Escribiendo el libro, me di cuenta que había partes de la vida de Marcelino que podían conectar conmigo", subraya el escritor.
"Quería seguir su vida pero también contar mi proceso de búsqueda, sobre todo en un momento en el que como yo, muchísima gente joven ha tenido que emigrar", añade Casanova.
José Carlos Rodríguez.