El poeta y escritor Ángel Gracia publica en la web de Heraldo de Aragón una reseña de Gran Guiñol, el nuevo poemario de Miguel Ángel Ortiz Albero recién editado en Pregunta. Podéis leer la reseña este enlace y a continuación:
Miguel Ángel Ortiz Albero se acerca al misterio bufo de la vida
El
escritor y artista plástico publica 'Gran Guiñol' (Pregunta), de una
poesía rara y turbadora que indaga y en el hombre como muñeco y
viceversa
Ángel Gracia
Cada cierto tiempo, los poetas cambian de aliento. Es un proceso natural que solo se alcanza trabajando fieramente. Miguel Ángel Ortiz Albero
(Zaragoza, 1968) lo logra en su octavo poemario, Gran Guiñol, que ha
editado Pregunta. Este artista plástico y escritor (con dos novelas, una
obra de prosa experimental y dos ensayos publicados), venía de una
escritura esencial, de orfebrería lingüística, y de un pensamiento
metafórico. Cada nuevo título mostraba un mundo construido a la medida
del poeta. Ahora nos sorprende con este libro en el que el mundo real
fractura su fortaleza interior. Un libro que, si bien parte de una doble
metáfora (el hombre como muñeco y el muñeco como hombre), se adentra en
territorios referenciales, reales e incluso, por qué no decirlo,
sociales.
El
poeta se lanza desde el amarre de sus conocimientos antiguos al vértigo
de una nueva forma de expresión, una “poesía rara y turbadora” que
irrumpe violentamente en escena porque violento fue el género que evoca.
Recordemos que a finales del siglo XIX se abrió en París el
Grand Guignol, teatro especializado en melodramas exagerados hasta lo
inverosímil. De él creó Alfred Jarry la
expresión 'grandguignolesque', presente aún en el francés y que se
puede traducir como truculento. Ese teatro popular y crudo suponía una
transgresión y un desafío a la moderación burguesa, así que fue
integrado por las vanguardias y llegó hasta Genet.
También
Ortiz Albero ha creado un personaje excesivo que se mueve entre el
esperpento y la farsa, pero que dice todo el tiempo la única verdad que
existe: la poética. No la busca como el místico o el mago porque ya la
conoce y la padece, paradójicamente, en su cuerpo astillado de madera. Y
no juega nunca con esa verdad valiéndose de trucos ni de trampas, sino
que la expone diseccionada y viva ante nuestros horrorizados ojos
humanos. Leemos y escuchamos todo el tiempo la palabra inquietante de un títere que nos interpela y nos retiene dentro del texto. Se
llama a sí mismo “charlatán crepuscular”, “patizambo que juega a la
tragedia”. Trasciende la pantomima, la tragicomedia, el simulacro. Este
muñeco (sin hilos ni mano invisible que lo guíe) ha sido arrojado a la
escena del mundo para ejercer la “mediación y la claridad” entre
nosotros y el misterio bufo de la vida, pero también para destruir todas
nuestras torpes ideas sobre la perspectiva y la belleza “que creéis
divina e inmutable”, advierte.
Pero ¿quién habla cuando habla el muñeco? ¿Quién es? ¿Una voz que viene del más allá como Valdemar? ¿Una conciencia parlante beckettiana? ¿Una pieza grotesca escapada del gabinete de Švankmajer?
Nunca podríamos imaginar que no proviene del exterior. Ese ser
clarividente y aterrador estaba ya dentro de nosotros. Sus sonidos
agónicos, estertóreos, resucitan de repente en nuestro interior. Sus
muecas son nuestros gestos. Ortiz Albero revive nuestra conciencia y la
hace hablar para rescatar lo que habíamos olvidado: la libertad de
imaginar, de sentir y de vivir contra la realidad.
LA FICHA
Gran Guiñol. Miguel Ángel Ortiz Albero. Pregunta. Zaragoza, 2020. 46 páginas.
*Ángel Gracia es narrador y poeta. Es autor de ‘Campo rojo’ (Candaya).